Recuerdo una de las primeras veces que fui a terapia, después de contarle yo a mi terapeuta algo que ahora mismo ni recuerdo, ella me dijo algo como “imagínate que formas parte de una orquesta, y tú eres una guitarra pero quieres sonar como un violín”. Y yo sólo podía pensar “pero es que yo quiero ser un violín!” y es que sentía que lo quería con todas mis fuerzas.
Pero no lo era, ni lo sería nunca…
¿Y por qué quiere alguien ser algo que no es? ¿Por qué esta supuesta necesidad?
Para mí el tema central es que creemos que ser guitarra es la causa de nuestros problemas, de nuestra infelicidad y de no tener la vida que queremos tener. Nos han dicho que ser de unas maneras está bien y ser de otras está mal. Es más, sólo nos querían, nos miraban o nos hacían caso cuando éramos de una determinada manera.
Lo más curioso es que para distintas personas el mismo rasgo puede juzgarse de manera totalmente distinta. Quizá una fue penalizada por ser guitarra y premiada por ser violín, y para otra persona puede haber sido justo lo contrario.
¿Pero cómo vamos a querer ser de una manera si en el fondo creemos que así no nos van a querer?
Vivimos con esta sensación de tener algo que esconder, de ser incorrectas o inadecuadas. Nos avergonzamos de ser de determinadas maneras, nos rechazamos, nos juzgamos. ¿Y sabes qué? Esto es lo que realmente nos daña.
Lo que nos hace daño no es ser como somos, sino el machaque que nos hacemos por ser así.
Tomar conciencia de esto ya supone un cambio. Antes eran los demás los que no nos querían por ser de una determinada manera, pero somos nosotras las que ahora lo perpetuamos. Y esta falta de amor por nosotras mismas duele, duele mucho.
¿Y qué podemos hacer con todo esto? Aquí te sugiero varias acciones que puedes empezar a hacer desde ya:
Tomar consciencia de qué partes nuestras estamos rechazando. Que partes de nosotras mismas no nos permitimos ser, no nos permitimos mostrar.
Darnos cuenta también de cómo rechazamos estas partes y el sufrimiento que este rechazo nos produce.
Cambiar nuestra actitud renunciando a esconder ninguna parte de nosotras. Cada vez que te encuentres haciéndolo te puedes decir “no tengo nada que esconder” y automáticamente soltar esta intención de esconder partes de ti.
Lleva amor a esas partes tuyas donde llevas tanto tiempo poniendo rechazo y juicio. Ya es hora de cambiar auto-maltrato por compasión. Cada vez que te pilles en la crítica hacía estas partes de ti, hacia ti misma, suelta la crítica y pon amor.
Si te gustaría recorrer este camino de la auto-crítica a la auto-compasión acompañada, te ofrezco mi apoyo y mi guía. Yo ya he recorrido este camino y estaré encantada de acompañarte para que tú también lo hagas.
Escríbeme y hablamos!







